Prólogo del Dr. Eduardo Zayas-Bazán y Loret de Mola

Dr. Eduardo Zayas-Bazán y Loret de Mola
Profesor Emérito de East Tennessee State University

Es para mí un gran honor, poder comentar la obra «Orígenes» de Juan Bruno Zayas de la Portilla, sobre el linaje Zayas.

Debido a la prominencia política de mi abuelo, Rogerio Zayas-Bazán y Ramírez, y de mi padre, Manuel Eduardo Zayas-Bazán y Recio, ambos gobernadores y senadores de la provincia de Camagüey en nuestra Cuba republicana; desde muy niño estaba consciente de proceder de una familia estimada y prestigiosa. Confieso, sin embargo, que hasta que en el exilio visité la Biblioteca del Congreso en Washington, D. C., allá por el año 1970, pensaba que la genealogía era cosa de eruditos aburridos. Sin embargo, cuando me di cuenta de la paciencia y perseverancia que se necesitaba para llevar a fruición proyectos de tal magnitud, mi admiración por estos investigadores aumentó enormemente.

En la biblioteca descubrí la obra «Historia de Familias Cubanas» del Conde de San Juan de Jaruco; en la cual, para mi sorpresa, encontré mi nombre bajo el capítulo «Zayas» en el Tomo IV, el de mi madre, Aida Loret de Mola, en el Tomo I, y los de mis abuelas, Recio y Betancourt, en los Tomos III y IV. Esto para mí fue una grata revelación, pues, rodeado de americanos en el estado de Tennessee, añoraba mis raíces cubanas. Desde ese momento despertó en mí el deseo de saber más sobre mis antecesores. Este deseo, debo manifestar, ha quedado totalmente complacido gracias a la magnífica tarea de Juan Bruno. Su debut como genealogista y escritor, plasmado en «Orígenes», sobrepasa cualitativa y cuantitativamente, a cualquier obra de esta índole jamás publicada sobre un solo linaje.

He revisado, con placer, el primero de los cuatro tomos de la obra de Juan Bruno. Lo encontré muy fácil de manejar y de una calidad admirable. Abundan los detalles anecdóticos de los protagonistas más importantes de nuestro linaje. Particularmente valiosa, me parece, la metodología usada por Juan Bruno para identificar por números a cada personaje asentado en su libro. La pusimos en práctica, con éxito total, cuando frente a su computadora le pedí a Juan Bruno que identificara mi grado de parentesco con ciertos Zayas conocidos por mí; y gracias a su sistema, en pocos pasos, establecía exactamente cuál era.

Felicito calurosamente a Juan Bruno por llevar a término este importante trabajo, de sólidas conclusiones, sobre la historia de nuestra familia. Considero que «Orígenes» es una valiosísima aportación a la ciencia genealógica, tanto como a la literatura cubana.

Key Biscayne, Florida, 27 de junio de 2002