Prólogo del Dr. Octavio Ramón Costa y Blanco

Dr. Octavio Ramón Costa y Blanco
Miembro laureado de la Academia de Historia de Cuba

Juan Bruno Zayas de la Portilla ha escrito un libro, «Orígenes», sobre la genealogía de su apellido, desde su aparición en España y desde su llegada a Cuba por 1580, hasta nuestros días. Son cuatro copiosos volúmenes, por las que pasan unas tres mil personas que lo tienen como el principal y un número incalculable que lo ostenta como segundo. Y si no fuera esto bastante, se incluyen a quienes lo recibieron en segunda, tercera, cuarta o quinta generación.

Pero no se trata de una simple genealogía como las tantas publicadas, que no son pocas; porque el autor, aparte de ir afrontando la sucesión de las generaciones, nos da la historia de cada protagonista en la medida que permita su personalidad y propicie el conocimiento que se tenga de su trayectoria.

Lo de la genealogía de Zayas ha sido una constante de la familia a lo largo del tiempo, pues siempre hubo quien se ocupara en organizarla hasta donde llegaban sus conocimientos. Entre ellos, Alfredo Zayas y Alfonso, cuarto presidente de la República de Cuba. Lo que hizo está en el Archivo Nacional.

Juan Bruno repite con honor el nombre del héroe cubano, hermano del presidente, muerto en combate en la Guerra del 95 tras abandonar su carrera de médico. Aparte de él fueron no pocos los Zayas que pelearon en la del 68 o que de alguna u otra manera ofrecieron sus esfuerzos por la liberación de la patria.

En la tradición familiar del autor, desde adolescente, ha tenido la obsesión de superar a cuantas obras se han publicado sobre el tema. Y para lograrlo empezó por conocerlas todas. Y tras esta base ha dedicado toda su vida a la historia de su apellido. Es imposible enumerar sus investigaciones en todos los archivos.

Cuando no le era posible llegar a ésa y otras fuentes, se ha valido de colaboradores que fue consiguiendo por medio del teléfono o de una carta. Al tiempo que él le ha dedicado a este empeño, con enormes sacrificios, hay que añadir los miles de dólares que tuvo necesidad de gastar. Y se trata de quien no es rico y tiene la obligación de trabajar para satisfacer sus necesidades y las de su familia.

Su esposa y una de sus hijas han sido las mejores colaboradoras en todos los órdenes. Tanto en la investigación y en la elaboración de la obra como en la solidaridad que se le ofreció y, en los estímulos que recibió de ellas en todos los momentos del largo tiempo que hubo que dedicar a un libro de tantas complejidades, con tantos pormenores. Se trata de algo sencillamente monumental.

Estamos ante una obra de amor, de homenaje a la familia, porque en ella evidencia que la rama a que ellos pertenecen se origina cuando su apellido entra en la realeza. Si la lectura de las genealogías suelen ser aburridas por la sequedad de la evocación, esta es muy amena por los aportes históricos conque el autor ilumina la vida de los principales personajes que aparecen en el correr de tantos siglos. Además, se ha liberado de la rutina con que se han escrito las anteriores. Él ha creado su propia técnica en cuanto a la investigación y su personal estrategia expositiva.

Después de sendos eruditos capítulos dedicados a la etimología del apellido Zayas y a la Heráldica, con inclusión del escudo de la familia, con su origen y descripción; entro en materia sin poder moverme en el profuso laberinto de las tantas generaciones. En cuanto a España desde el 850, es decir, cuando ya los árabes dominaban el suelo español. A ese año sucederán los hitos que son el 1,100 y fundamentalmente el 1,300.

Fue en el 850 cuando se crea el escudo de armas de Aragón, que el emperador entrega a Wifredo el Velloso por haberle salvado la vida. Desde el año 1020 ya había Zayas en la Rioja y otras áreas castellanas, pero el interés del autor es del linaje cuando el apellido entra en el ámbito de la realeza. El primero en llevarlo es un bisnieto del Rey Alfonso IV de Aragón. Jaime, hijo del rey, embaraza a una doncella que trabaja en palacio y que lleva el apellido Zayas por ser del pueblo de ese nombre, Señorío de su familia. El patronímico pasa a la niña que nace y que se casará con un poderoso señor de Torres. Y es así como el apellido Zayas al enlazarse con la Casa de Urgel por medio del Infante Don Jaime queda incorporado a la sangre la Real.

En cuanto a Cuba, Lope y Fernando de Zayas y Bazán fueron los primeros en llevarlo en 1580. Llegaron atraídos por la influencia de unos de sus abuelos en Santiago de Cuba, donde era un alto funcionario de España en relación con las finanzas.

Al cabo de las décadas, figuras tan connotadas como José Antonio Saco, Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo, Ignacio Agramonte, Gertrudis Gómez de Avellaneda, llevan en algunas de sus generaciones el tan prestigioso patronímico. Cada uno de ellos aparece con la información necesaria.

Si la obra es una hazaña, Juan Bruno Zayas es un titán. Consumó todos los esfuerzos y sacrificios necesarios hasta completarla. Es un modelo de organización y de claridad. Servirá de ejemplo para otros que se dediquen a seguir sus pasos.

Miami, Florida, 2 de octubre de 2001