Notas preliminares

La nomenclatura adoptada en esta obra se deriva de los sistemas utilizados en las genealogías de Nueva Inglaterra. Organiza los asientos por generaciones, intercalando las personas contemporáneas de las distintas líneas o ramas, procediendo a continuarlas separada y sucesivamente.

Este estilo ya había sido elegido por mis predecesores en esta misión. Al considerarlo superior a los sistemas tradicionales, opté por continuar esta práctica, pero, por lo voluminoso de esta obra, la inevitable alteración de esta metodología a nuestras necesidades, produjo un híbrido único y novedoso; práctico, mucho más sencillo y capaz de reunir análogamente a toda la cantidad de personas que se quiera. Sin límites. Mi método es el siguiente:

a. Al fundador del linaje se le asigna el número 1.
b. Sus hijos o hijas ocupan cronológicamente los números siguientes sean cuantos sean.
c. Los hijos o hijas del primogénito siguen consecutivamente a su tío o tía más joven.
d. Los hijos o hijas de su segundo hijo llevarán números consecutivos a los de sus primos.
e. Los hijos o hijas de su tercer hijo llevarán números consecutivos a estos anteriores.

Así progresivamente, las numeraciones irán aumentando cronológicamente ad infinito, estableciendo un sistema orgánico que permitirá con absoluta simplicidad, determinar el grado de consanguinidad entre cualquiera de los parientes.

Aparte del mérito de este índice como reflejo de estructura genealógica, se notará que el número de asiento asignado a cada individuo, es inseparable a quien pertenece y aparecerá visible dondequiera que se le cite.

Bajo el asiento de los padres van colocados ordenadamente todos sus hijos según su nacimiento, cada uno con su signatura correspondiente, la cual nos remite a su próxima ubicación. Se señala allí el número de su padre y se procede con los particulares del individuo. Se repite la operación hasta el fin de la obra.

A las hembras también se les asigna numeración propia. Bajo el asiento de las madres se agrupan también, ordenadamente, a todos sus hijos, pero éstos usarán el número de la madre con el sufijo en minúscula: a , b , c , etcétera, según su nacimiento. En este caso, por no trascender el apellido no se le remite a otro lugar. Continuadamente se procede a biografiar a cada uno de ellos. A los nietos de las hembras se les asienta simplemente con los números arábigos: 1. , 2. , 3. etcétera.

Dado el caso de que un hijo asumiese el apellido de la madre, iniciando una nueva descendencia aparentemente agnada, lo contemplamos entonces como tal y le asignamos asiento propio para permitir la intercalación compasada de su sucesión dentro de las autóctonas líneas masculinas.

Para poder colacionar a los descendientes de líneas femeninas que ya no llevan el apellido Zayas, pero que por su notabilidad deseamos incluir, añadimos números romanos al asiento del padre o la madre al tiempo en que se depone el apellido, y se establecen las generaciones a partir de ese momento. Por ejemplo: 260f.I, la próxima generación 260f.II y así sucesivamente hasta llegar a nuestro objetivo.

Una vez entrado en materia, notará el lector ciertas peculiaridades muy propias de mi cosecha, las cuales a continuación aspiro dilucidar en detalle:

  1. A los personajes Reales les consigno segundos apellidos para concebir cierto aspecto de modernidad y facilitar su identificación.
  2. Por la misma razón asigno segundo apellido también las personas de la edad media.
  3. Con el ánimo de evitar posibles controversias, reservo exclusivamente para la Realeza, los títulos de dignidad: Don y Doña.
  4. Siguiendo la tradición española establecida por reglas del Registro Civil en el siglo XIX, separo el primer apellido del segundo con la conjunción copulativa «y».
  5. Una vez mencionado el lugar de nacimiento de un individuo, si fallece en el mismo sitio, no lo repito en su defunción. Evito redundancia innecesaria.
  6. Asimismo, si el matrimonio toma lugar en su ciudad natal.
  7. Igualmente, omito el mes o el año del bautismo si son los mismos del nacimiento.
  8. El apellido compuesto Zayas-Bazán, se observará en los miembros del linaje que así lo usaron o aparecen inscritos. Cuando determinada línea simplifica su uso, así aparecerá.
  9. En el caso de los Zayas-Guzmán, aunque en la actualidad nadie se apele de esa manera, para facilitar el análisis de esa rama, los denomino así hasta la fecha.
  10. Para situar a un individuo en el tiempo, a carencia de documentación, computamos a 30 años cada generación masculina y a 20 años las femeninas, siempre partiendo de algún descendiente o ascendiente debidamente fichado.
  11. Los libros parroquiales de siglos pasados, eran denominados «Libro de Blancos o de Españoles» y «Libro de Negros, Mestizos, Pardos», etc. A partir de determinada fecha, la cual varía de acuerdo con la localidad, se les comienza a llamar «Libro General». Puesto que esta obra trata de linajes europeos, primordialmente de origen español, obviamente los consultados han sido los de «Españoles o Blancos». Por tanto, al citarlos, salvo que quiera destacar alguna anomalía, omito el susodicho apelativo.