Cuentas históricas. Patriotas y patrioteros

CUENTAS HISTÓRICAS. PATRIOTAS Y PATRIOTEROS

Juan Bruno Zayas de la Portilla / Autor de Orígenes
Manuel García
Don Pedro Fernández de Castro
Antonio «Antoñico» Fernández de Castro

Albores de guerra, grito de Independencia, se batirían cubanos y españoles, amalgama de blancos, negros, cultos o analfabetos, sólo importaba la causa; algunos en el monte con el sable y el fusil, otros en el llano, con la pluma y el verso, todos hermanados justa y necesariamente.

Aterrorizaban los campos de Cuba, siniestros personajes que robaban, secuestraban y mataban en nombre de la Revolución. Entre éstos, uno de los más notorios era Manuel García y Ponce, conocido como «el Rey de los campos de Cuba», que operaba por las inmediaciones de Jaruco, en la provincia de La Habana.

Un buen día, a finales de 1894, este «folklórico caballero»acompañado de otro sujeto, vestidos de Oficial español y de Sargento el segundo, se presentan en la casa de vivienda del ingenio El Carmen, localizado entre Jaruco y Bainoa, propiedad de Don Pedro Fernández de Castro y Gámez, padre de Don Rafael Fernández de Castro y Castro, entonces Gobernador Civil de la provincia de La Habana, y Diputado a las Cortes Españolas en representación de la Isla de Cuba. Después de haber tomado caf é y haber charlado amistosamente, al preguntarle Don Pedro al supuesto Teniente sobre el motivo de la visita, éste le contestó muy tranquilamente: «Yo no soy quien aparento ser, yo soy Manuel García, y vengo a secuestrar a su hijo Rafael». Daba la casualidad que Rafael estaba en España, lo que le hizo saber el viejo, a lo que entonces respondió el «ilustre»García: «Pues entonces me lo tengo que llevar a usted». El viejo, como viejo al fin, muy sabiamente, le dijo: «Mi’jo yo estoy muy viejo pa eso, mejor llévate a mi hijo Antonio, que es el que se encuentra en casa, y es un muchacho joven». Acto seguido llam ó a Antoñico, le explicó lo que sucedía y que se fuera pues, con los secuestradores.

Casa de vivienda del Ingenio Nuestra Señora del Carmen

Don Pedro tuvo que pagar 15,000 pesos por el rescate de su hijo. El dinero fue entregado al patriota Juan Gualberto Gómez por medio de un «prestigioso» bufete de abogados en la capital. Juan Gualberto consultó con su amigo José Martí, y el Apóstol, como era de esperarse, ordenó la devolución de la «contribución» que aportaba García, alegando que: «la Revolución no podía aceptar dinero mal habido, y mucho menos de cubanos». El dinero se perdió. La historieta que corrió fue «que yendo a devolver el rescate a Don Pedro, los encomendados divisaron una patrulla española y lo tiraron en un pozo por la zona de Bainoa» ¡Todos se lavaron las manos!

Don Rafael Fernández de Castro

Don Rafael Fernández de Castro, al regresar de España, puso una recompensa de 20,000 pesos sobre la cabeza de Manuel García, la cual cobró un compañero de éste, quien lo mató a traición mientras que el otro orinaba junto a un cañaveral de la finca «Las Marianas» en los predios de Ceiba Mocha, el 24 de febrero de 1895; precisamente el día del «Grito de Baire» en que oficialmente comenzaba la Guerra de Independencia.

Fidel Fundora, luego, oficial del Ejército Libertador y más tarde Representante a la Cámara de la República por la provincia de Matanzas, de un tiro de tercerola, que disparó desde su caballo, le atravesó la arteria subclavia derecha, enviando al más allá al que en vida fuese «el Rey de los campos de Cuba», auto titulado Coronel del Ejército Libertador.

Algunos han tratado de enaltecer las andanzas del forajido, elevándolo al grado de patriota, para mí, patriotero le encaja mejor.

MORALEJA: La historia siempre se repite ¡Cuidado con algunos de los nuevos patriotas!. Perdón, ¡patrioteros! Léase politiqueros.

Caricatura tomada de La Política Cómica, semanario de principios del siglo XX