Holguín y la periquera

HOLGUÍN Y LA PERIQUERA

AUTORES:
Juan Bruno Zayas de la Portilla
Humberto Rodríguez
COLABORADORES:
José M. Grave de Peralta
Narciso Urquiola
Rolando P. Masferrer

Contenido de este número

  1. La ciudad de Holguín
  2. El escudo de la ciudad
  3. La Loma de la Cruz
  4. La familia Rondán
  5. La familia Grave de Peralta
  6. Francisco de Camps y Feliú
  7. El Grito de Yara
  8. El Sitio de Holguín
  9. La Periquera
  10. Himno Holguinero
  11. Epílogo

1. La ciudad de Holguín

El descubrimiento de América en 1492 y el subsiguiente proceso de exploración y colonización de nuevas tierras y de legendarios tesoros, atrajo a muchos españoles de espíritu audaz y aventurero, muchos de ellos de la provincia de Extremadura. Después de fundadas las primeras siete villas en Cuba, a partir de 1513, Cuba sirvió como puente para conquistar el resto del continente americano.

En 1516 llegó a Santiago de Cuba el Capitán Francisco García de Holguín, natural de Cabeza de Buey, Extremadura,
participante de la frustrada expedición de Grijalba a México. Embarca de nuevo con Hernán Cortés en 1518 a la conquista de México, regresando a Cuba en 1523, donde finalmente fija su residencia en los terrenos con que le premió Diego Velázquez a su llegada. El hato recibido consistía de las provincias indígenas de: Bayatiquirí, Maiyé, Maniabón, Aguará y Cueipos. Casó nuestro Capitán en 1537, con Isabel Fernández y Valero de Sandoval y establece su hogar en el norte de su jurisdicción, convirtiendo el sitio en cabecera de su patrimonio, llamándole «Holguín» (cuyo significado, dicho sea de paso, era en lengua antigua: hechicero o embelesador).

Mapa de la ciudad

Aunque Holguín dio su nombre al sitio en 1545, no fue sino hasta el año 1600 que el Cabildo de Bayamo ordenara que se constituyera su delimitación. Para dicha tarea se nombró al agrimensor público, D. Joaquín de Vidaburú, quien estableció los linderos de la manera que a continuación citaremos: «Desde la loma de la Concordia en la costa norte, hacia el este hasta el río de Lirios. Desde aquí al nacimiento del río de la Tranquera en la sabana Biajacas. Siguiendo hasta el charco del Guayabal, costeando al oeste, pasando por el cerro de Batiquirí y siguiendo por la cordillera hasta Saos de Tomí. De ahí a la loma de la Breñosa y desde allí a la loma de la Concordia». Esta demarcación fue ratificada en el año 1769.

El 3 de abril de 1720 se bendijo la primera edificación de la iglesia de San Isidoro, que construyó a costa propia, el Regidor D. Diego de Ávila y de la Torre, la cual sobrevivió hasta 1815. Desde 1731 el Cura y los vecinos del pueblo solicitaban la creación del Ayuntamiento, alegando que además de tener iglesia y de contar con más de 60 casas, podría llegar a ser con el tiempo una población hermosa y útil. Una Real Cédula de 1º de febrero de 1751 establece dicho Ayuntamiento, la cual será ejecutada en Santiago de Cuba el 10 de enero de 1752, por el Gobernador D. Alonso de Arcos y Moreno, quien sale el día 13 para Holguín a avisarle a los holguineros de las buenas nuevas.

2. El escudo de la ciudad

El escudo de la ciudad

A partir de que Holguín recibió el título de ciudad en 1752, comenzó el cabildo a solicitar un Escudo de Armas. En él, estarían representados los hechos más sobresalientes ocurridos en el territorio. Para esa fecha era: la defensa de las costas, realizadas en dos ocasiones por los holguineros contra corsarios y piratas ingleses. El escudo fue confeccionado pero no a gusto del cabildo holguinero, ya que los hechos de armas no fueron representados. El expediente fue engavetado y olvidado hasta 1818. Al ser nombrado Eusebio Escudero, Gobernador de Cuba, eleva la solicitud al Consejo Supremo de Indias. Además del blasón, aspiraba dicha solicitud a otras gracias como eran: el uso de uniformes y el tratamiento de «Ilustres» para los miembros del ayuntamiento holguinero. No es hasta 1831 en que Fernando VII aprueba una Real Cédula, por la cual debían ingresar una determinada cantidad de dinero a las Reales Cajas del distrito para poder hacer efectivo el reconocimiento oficial de cada una de ellas. Mientras, no podían usarlas.

El escudo holguinero es de una sencillez notable. Fue concebido en un contorno acorazonado con un yelmo en la parte
superior central, adornado con cinco plumas. En su interior aparecen dibujadas las figuras de los dos patrones de la ciudad: San Isidoro, que fuera Obispo de Sevilla, a quién García Holguín había encomendado su hato, razón por que la ciudad se nombre: San Isidoro de Holguín; y la Virgen del Rosario, patrona de los primeros pobladores de la comarca. Ambos sostienen la corona española. En la parte inferior, a nivel de los pies de las figuras de los santos patrones, fueron pintadas unas lomas que suponemos representen las del grupo Maniabón.

3. La Loma de la Cruz

La Loma de la Cruz

El Cerro Bayado, con su elevación de 261 metros, es el punto más alto y el más famoso de Holguín. Desde allí se puede ver toda la ciudad. El 3 de mayo de 1790 Fray Francisco Antonio de Alegría subió hasta su cima donde colocó una cruz de madera. Desde entonces se le conoce como «La Loma de la Cruz». Fray Francisco comenzó así en Holguín una vieja tradición española, conocida como «La Romería de la Cruz». La Romería de la Cruz conmemora el hallazgo por Santa Elena, madre de Constantino, Emperador de Roma, de la Cruz del Calvario. Las Romerías se celebraron desde entonces hasta el advenimiento de la revolución comunista. Oscar Albanés Carballo fue el de la idea de construir una escalinata de 458 escalones. El proyecto lo realizó Vicente Biosa e incluyó la construcción de la escalinata, la rotonda, la capilla y la reconstrucción del viejo fuerte colonial. La obra se comenzó el 28 de enero de 1927 y quedó concluida el 3 de mayo de 1950.

4. La familia Rondán

Francisco Rondán y Rodríguez, apodado «El Manco de Auras», era un marino mercante español procedente de Málaga, donde vio la luz por vez primera el 2 de abril de 1796. Arribó a costas cubanas por el puerto de Gibara en 1824. De sus primeros años en Gibara no se sabe mucho, pero, según consta en su testamento, se inició en los negocios gracias a una herencia que recibió al morir su amigo Pedro Fabiella.

Comienza a negociar desde Gibara. Su primera transacción conocida es de mayo de 1830, cuando le compra a Pelegrín Casanova ciertos derechos sobre la Hacienda de Auras. A partir de ese momento invierte fuertemente en tierras, las que dedica primordialmente al cultivo de caña de azúcar, tabaco, y a la cría de ganado vacuno. Era muy trabajador y sumamente hábil en los negocios, lo que le permitió amasar una fortuna vertiginosamente. En 1832 adquirió de Miguel
Carralero, un terreno en el poblado de Auras donde fabricó su segunda casa. Siguió comprando tierras y un gran número de esclavos; no sólo en Holguín, en Santiago de Cuba, Tunas y Camagüey. Además de invertir en tierras, tuvo la astucia de asociarse con hombres de buena reputación para capitalizar también en el comercio. Su principal socio y apoderado lo fue durante toda su vida, Casiano Labusta. En la década de 1850 compra de la rica principeña, Soledad Sánchez-Pereira, su mayor hacienda ganadera «Santa Bárbara de Verivirí» con una extensión que comenzaba en Maniabón, pasando por San Agustín, El Vedado, Chaparra, Santo Domingo y la bahía de Puerto Padre, la que dedica a la crianza de ganado caballar, vacuno y porcino. Es en esa década que construyó su ingenio Santa Clara, en tierras de la hacienda Velasco, al que trató de hacer producir mediante calderas de vapor pero sin buenos resultados.

Franciso Rondán y Rodríguez

Ostentó varios cargos a través de los años. En 1845 fue Inspector de la construcción del camino de Gibara. En 1847 fue Diputado de la Junta de Fomento y Juez Avenidor de la misma; Inspector de Cárcel en 1867, más tarde electo Alcalde Ordinario, luego Alcalde Municipal y Regidor. Después del Sitio de Holguín, ostentó el rimbombante título de «Presidente de la Junta de Armamento y Defensa».

Rondán contrajo matrimonio en Gibara, con Juana de la Cruz y de la Cruz con la que tuvo seis hijos: Francisco, Rafael, Emilia, Ángela, Clara y Filomena. Su hijo Francisco se fue a España a estudiar Derecho. Casó y más tarde murió allá. Rafael fue a Estados Unidos a estudiar Perito Mercantil, luego regresó y estableció varios negocios en sociedad con su padre en Gibara. Emilia, Ángela y Clara se marcharon a España, pero Emilia más tarde regresó y casó en Holguín con el vasco Gumersindo Urquiola. Filomena nunca abandonó Cuba y murió en Holguín en el año 1900. En este mismo año, durante la ocupación americana, fue alcalde de Holguín, Francisco Fernández Rondán, nieto del «viejo» Rondán.

En 1860 había decidido Rondán, construir una casa digna de su fortuna siguiendo la modalidad de la época en otros lugares, los comercios y almacenes en los bajos y los altos destinados a la vivienda de la familia. La casona, de aproximadamente 2000 metros cuadrados, costó unos cien mil pesos oro. Ostentosa residencia para una pequeña ciudad que sólo contaba con casas conservadoras de estilo rural. La arquitectura es de una mezcla de dos estilos: el neoclásico y el morisco. Jardines, una cisterna y un pozo brocal con borde octagonal de piedra forman un inmenso patio interior que ocupa gran parte de su planta baja, a donde se llega por un fenomenal corredor. La adornan también: pasamanos de hierro forjado, decoraciones en forma de piñas, arcos, puertas inmensas, puertas francesas o vanos, amplias ventanas elaboradas en maderas preciosas, y pisos de ladrillo. Ocupan su planta alta, habitaciones espaciosas: once amplios dormitorios, anchos pasillos o corredores, comedores, salas y saletas, rejas de hierro forjado, pisos de madera dura. ¡Claro que cuenta con cuartos para la servidumbre! La bordean siete balcones; el mayor de ellos en el centro, todos engalanados de maderas francesas.

La opinión general es que la familia Rondán de la Cruz nunca llegó a ocupar la casa, pero Josefa Urquiola Rondán «Pepa», hija de Emilia, aseguró, hasta su muerte en 1977, que su tía Filomena sí vivió en la casa durante un tiempo. Hay también la leyenda de un túnel secreto donde dos amantes compartían sus secretos pasionales; la mujer de un funcionario español y un teniente de Voluntarios. Dicho túnel nunca se ha descubierto, ni siquiera durante la restauración del edificio y parece muy probable que sea solamente eso: una leyenda.

5. La familia Grave de Peralta

Don Julio Grave de Peralta

La familia Grave de Peralta, procedente de Castilla La Vieja, se avecina en Santiago de Cuba en la primera mitad del siglo XVIII donde inmediatamente se vinculan con las familias más notables de esa ciudad. De los vástagos de este linaje, algunos pasan a la ciudad de Holguín donde también contraen descollados enlaces. Y es con la familia Zayas Bazán con la que más se entrelazan.

De la unión de Francisco de Zayas Bazán y Armijo, quien fuera Gobernador Militar y Político de Holguín entre 1816 y 1833, con María Josefa Cardet y de la Cruz nacieron varios hijos. Una de sus hembras casará con un varón de los Grave de Peralta y, para orgullo de la ciudad de Holguín y de los holguineros, ese matrimonio ofrendará una pléyade de patricios a la nación cubana. Hombres que nacerán y vivirán para morir por Cuba. Al morir Zayas, María Josefa Cardet de la Cruz casó con un connotado oficial de los Voluntarios llamado Luciano Martínez y vivían en una casona en la calle San Isidoro esquina a Calvario, próxima al «Tambor de la Muerte» (esto era un cerco que habían preparado los españoles para el ataque). Los mambises al mando de Manuit y de Grave de Peralta quemaron su casa. Momento traumático para María Josefa Cardet, la que murió de un ataque al corazón el 29 de noviembre, cuando se sentaba a la mesa a cenar.

José Grave de Peralta y Pérez de Orellana pasó de Santiago de Cuba a Holguín donde conoció a María Rafaela Zayas Bazán y Cardet, con la que casó. De este matrimonio nacieron trece hijos; seis de los cuales fueron patriotas heroicos que dieron su vida, libertad y fortuna por la independencia de Cuba.

De dicha prole sobresale entre los destacados generales del Ejército Libertador, el Mayor General Julio Grave de Peralta y Zayas Bazán. Sus hermanos: Belisario, ostentó el grado de General de Brigada; Francisco, llega al final de la guerra con el grado de Coronel, es deportado a Honduras donde muere fusilado; Manuel, que también ostentó el grado de Coronel, peleó junto con sus hermanos, sobreviviendo la guerra; Liberato, fue Capitán, resultando deportado a Jamaica; y por último, Pedro, que también sufrió la deportación a Honduras. Antes de la guerra, Julio tenía sociedad con su hermano Manuel en unas vastas tierras donde criaban ganado. Vivía en la población de Trinidad con su esposa y sus cinco hijos. Lo sacrificó todo por la libertad de su patria, pero la Divinidad, que a unos, guía y a otros arrastra, nos lo llevó prematuramente.

6. Francisco de Camps y Feliú

En marzo de 1868, el Teniente Gobernador Francisco de Camps y Feliú fue nombrado Jefe de la Plaza de Holguín. Era parte del plan de los españoles de reforzar sus recursos militares en anticipación de una posible sublevación. Francisco de Camps era un militar pundonoroso, con 30 años de servicio en el ejército español. Veterano de las Guerras Carlistas, con vasta experiencia en la defensa de ciudades sitiadas.

En cuanto de Camps tomó posesión de su cargo, comenzó los preparativos para la defensa de Holguín. Principió por aumentar el reclutamiento para el desdeñable cuerpo de los «Voluntarios»; despiadados y sanguinarios criollos leales a la Corona que operaban paralelamente al ejército regular español, que además de la merecida antipatía del pueblo se ganaron el burlón sobrenombre de «camarones» en alegoría a sus flamígeros pantalones colorados. Durante la guerra del 95, cuentan que algunos mambises entraban desapercibidos a fiestas en las poblaciones y de ahí resultó un son que popularizara el trío «Los Matamoros», que decía así: «Camarones, ¿dónde están los mamoncillos? Mamoncillos, ¿dónde están los camarones?» . Los mamoncillos eran los mambises por el color crudo de su vestimenta.

7. El Grito de Yara

Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo

El 10 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, rico hacendado y abogado, quema su ingenio «La Demajagua», libera a sus esclavos y se alza en armas contra el gobierno colonial. Este evento aunque no tomó lugar en el pueblo que le da su nombre, es conocido en la historia de Cuba como, «El Grito de Yara» y marca el comienzo de la Guerra de los Diez Años. Céspedes marchó hacia Bayamo, toma la ciudad pero no la pude sostener. Al llegar refuerzos del ejército español, los mambises se ven obligados a abandonar la ciudad, pero los bayameses prefirieron quemarla totalmente antes que devolvérsela a las autoridades coloniales. Por esta razón, Bayamo fue declarada «Ciudad Monumento Nacional» y por ende tiene el privilegio de tener su propia bandera, la de Carlos Manuel de Céspedes. Es el único lugar en el territorio nacional donde es permitido ondear otra insignia a la par con la nacional.

Julio Grave de Peralta había mantenido contacto con Carlos Manuel de Céspedes y con otros patriotas con prioridad al «Grito de Yara». Por lo tanto, estaba listo. Reunió una fuerza de 120 hombres y el día 11, partió para reunirse con las fuerzas que comandaba Carlos Manuel de Céspedes, que se encontraban acampadas a las orillas del río Cauto, en un lugar conocido por Guayacán. Céspedes lo nombra General de Acción, grado otorgado por primera y última vez por el Ejército Libertador. Su tropa, como todas las fuerzas mambisas del principio, eran hombres sin entrenamiento militar, sin armas, sin experiencia, sin disciplina. Todas esas cosas las aprendieron y obtuvieron los mambises en combate y, por tanto, las aprendieron bien. La motivación, unida al ingenio del cubano, permitió hazañas militares dignas de los mejores ejércitos del mundo.

8. El Sitio de Holguín

Desde que se supo que los mejores hijos de Holguín estaban ya en la manigua con Carlos Manuel de Céspedes, se sabía también que Holguín pronto sería atacada. Francisco de Camps, militar con experiencia y curtido en combate, comenzó apresuradamente sus preparativos para resistir el ataque que se avenía.

La casa almacén de Francisco Rondán y Rodríguez estaba prácticamente terminada, pero sus ocupantes aún no se habían mudado para ella. Por su fuerte estructura y su amplitud, Camps, con el beneplácito de su dueño, la escogió, como punto clave para la defensa de la ciudad. Su cuartel general, en el que se refugiaron unas 500 personas, algunos militares regulares, muchos Voluntarios, otros funcionarios españoles, y sus familias.

Además del almacén de Rondán, escogió otros tres lugares: 1º La Casa de Gobierno, donde puso la mayoría de sus 60 hombres; 2º el Hospital Militar y 3º la Iglesia San José. Camps abasteció sus cuatro puntos de resistencia con suficientes municiones, agua y comida para resistir un largo sitio.

El ataque se produjo del 29 al 30 de octubre de 1868. La creencia popular es que las tropas mambisas estaban al mando del General Julio Grave de Peralta, pero, la realidad es que Grave de Peralta era el Segundo, del venezolano Amadeo Manuit. Éste comandó hasta el 2 de diciembre en que fue sustituido por el dominicano Luis Marcano. Julio Grave de Peralta, aunque gallardo y valiente, no tenía entrenamiento ni experiencia militar alguna.

Para mejor ilustración véase la obra: Julio Grave de Peralta, documentos de la guerra de Cuba , Habana, 1988, p. 17:

«¿Cuál fue el papel desempeñado por Grave de Peralta durante el sitio? Se ha afirmado que fue el comandante en jefe de las fuerzas insurrectas. Pero esto es falso. La dirección del Ejército Libertador recayó en Amadeo Manuit desde el 23 de octubre hasta el 2 de diciembre, y luego, en el dominicano Luis Marcano.»

De la p. 13: «…Por fin se decidió (Céspedes) que Julio quedaría como General de Acción, grado otorgado por primera y última vez en el Ejército Libertador, y de hecho, como segundo jefe del Ejército Libertador en Holguín y Amadeo Manuit como General en Jefe… «

La falta de abastecimientos, entrenamiento y disciplina lo hicieron fracasar pronto. En dos distintas ocasiones, se encontró el General Julio Grave de Peralta con que muchos de sus hombres lo habían abandonado y estaba solo.

9. La Periquera

Francisco «Panchito» Frexes Mercadé
Patriota holguinero

Durante el ataque de los mambises del 29 al 30 de octubre de 1868 al almacén de Rondán, la mayor parte de los defensores eran Voluntarios los que, como dijimos anteriormente, usaban uniformes de color rojo. Los regulares tenían, en algunos casos, cintas amarillas y rojas, representando la bandera española.

Existe una versión popular del origen del nombre de «La Periquera» por el cual se le conoció, a partir del Sitio de Holguín, a la Casa de Rondán, y es la que sigue: Los mambises, al enfrentarse a aquella estructura imponente, todo lo que veían, de vez en cuando, era a un Voluntario asomarse por un momento en una ventana y alguna que otra vez, a un regular hacer lo mismo para dispararles. Con la chispa y humor del cubano, pronto alguien gritó: «¡Salgan de la jaula, pericos!» , aludiendo al colorido de sus uniformes. Otra versión, quizá más acertada, aparece en el serio libro: Memoria sobre el origen del hato de San Isidoro de Holguín , de D. Diego de Ávila y Delmonte, obra inédita de la época, que fue continuada por José María Heredia, cuya segunda edición aparece publicada en Holguín en 1926, p. 186. Dice textualmente:

«Ya el 21 de noviembre el sitio fue completo, y fue incendiada la casa de Nates, y al siguiente les tocó su turno a las casas de comercio de Casiano Labusta y Francisco Pérez Fernández, hechos que llenan de pánico al vecindario. El 24 el mismo mes se inició un parlamento entre Peralta y el Teniente Gobernador D. Francisco Camps y Feliú a las ocho de la mañana y que duró algunos días y sin que se llegara a un acuerdo, pues no fue más que un ardid para ganar tiempo para el atrincheramiento de los españoles en la casa de Rondán, donde se concentraron, motivo por el que desde entonces se llama La Periquera».

Cualquiera que fuese la causa para bautizarle «La Periquera» tuvo gran éxito. Desde entonces, hasta nuestros días, al almacén de Rondán a través de su proceso de transfiguración; primero como Casa de Gobierno y a la postre convertido en Museo, se le ha conocido y se le sigue conociendo como «La Periquera».

El ataque del 30 de octubre de 1868 fracasó en poco tiempo. Amadeo Manuit y el General Julio Grave de Peralta retiraron sus fuerzas, las organizaron, las entrenaron mejor y las equiparon lo mejor que pudieron; y con nuevos bríos, más organizados y dispuestos a pelear hasta el fin, atacaron de nuevo el 17 de noviembre. La batalla fue feroz. Lograron entrar en la ciudad y tomar la mayor parte de ella, incluyendo la iglesia donde se defendían las fuerzas de Camps. Entretuvieron a las tropas de la Casa de Gobierno y dirigieron su ataque principal a «La Periquera», pero ésta resistió la tremenda y sostenida embestida. Ante semejante estructura, Manuit y Grave de Peralta cañonearon con los cuatro cañones que disponían. Uno de los cañones estaba emplazado en la cercana casa de Grave de Peralta; en total, los cuatro cañones disparáronle 180 cañonazos a «La Periquera» sin lograr su cometido de abrir una brecha.

Los mambises utilizaron también en el Sitio de Holguín, un cañón de madera que fabricó Marcelino Carranza de una madera llamada «yaba» que se acostumbraba usar para la fabricación de carretas, oficio al que se dedicaba Carranza. Era un cajón de 2 varas de longitud y 18 pulgadas de diámetro; de figura cilíndrica y reforzado por unos zunchos de hierro y otros de cuero. Lo trajeron en una carreta. Las balas eran hechas de hierro forjado a martillo y pesaban unas 15 ó 20 libras. Sólo pudo hacer 3 disparos (por razones obvias). Al tercer disparo, explotó y quedaron heridos 2 de los «artilleros».

El 24 de noviembre comenzó la conferencia antes mencionada entre Manuit y de Camps, que resultó solamente un ardid español para ganar tiempo. El día de Santa Bárbara, en celebración por su día, dispararon los mambises 89 cañonazos a «La Periquera» que no ocasionaron ni el más mínimo daño, a lo que decía el septuagenario Rondán: «Tiren… tiren, ¡qué no se cae!»

Grave de Peralta hizo que sus hombres lanzaran cientos de piedras y palos incendiarios, con el propósito de tratar de provocar un incendio dentro de «La Periquera», pero no tuvieron éxito en ello. En sus feroces acometidas las fuerzas libertadoras dispararon un estimado de 40 mil proyectiles. Todo sin éxito. «La Periquera» resistió. Pasaron los días y el 6 de diciembre de 1868, cuando se supo que los españoles habían desembarcado refuerzos en Gibara y que se dirigían hacia Holguín, Marcano y el General Julio Grave de Peralta no tuvieron más remedio que ordenar la retirada sin haber podido conquistar «La Periquera».

Los conocimientos militares, el valor y el comportamiento del Teniente Gobernador Francisco de Camps Feliú le ganaron el respeto del General Julio Grave de Peralta y del resto del Ejército Libertador. El sentimiento era recíproco. El General Grave de Peralta, los mambises y los cubanos en general, se ganaron también el respeto de Francisco de Camps. Algunos descendientes de Camps viven aún en Holguín y otros comparten el exilio con los descendientes de los mambises.

Pepe Torres
Patriota holguinero

Holguín fue atacado con posterioridad, en 1872, por tropas mambisas al mando del Mayor General Calixto García e Íñiguez y del Generalísimo Máximo Gómez y Báez.

«La Periquera» está situada en la calle Frexes nº 198 entre Libertad y Maceo. Al frente se divisa la antigua Plaza de Armas (también llamada por un tiempo Plaza de Isabel II), hoy parque Calixto García. Después del Sitio de Holguín, Francisco Rondán calculó el costo de los daños a su casa en unos 12 mil pesos oro que reclamó al gobierno español. Pero al marcharse sus hijos, viejo y agotado, decidió retirarse con su esposa a vivir a Gibara. El gobierno colonial asumió entonces la tarea de reconstruir la casona, y por 102 pesos mensuales alquiló de Rondán el ala izquierda de los altos para la sede de la Casa de Gobierno. Permaneció largo tiempo como Casa de Gobierno y fue epicentro de diversos eventos históricos en esa ciudad.

En «La Periquera» estuvo preso el Presidente de la República de Cuba en Armas, Don Tomás Estrada Palma. Se estableció en ella la primera escuela secundaria de Holguín; y el primer cine en 1898. El 20 de mayo de 1902 se izó la bandera cubana en «La Periquera» por vez primera. Allí se velaron los cadáveres de los ilustres holguineros, miembros del Ejército Libertador: Pepe Torres, Remigio Marrero y Panchito Frexes. A la instauración de la república, sirvió de ayuntamiento y residencia del alcalde. En 1924 se colocó un mural a la entrada. En 1936 se honró la campana de La Demajagua. Desde sus balcones dirigieron la palabra al pueblo de Holguín los más distinguidos oradores de las distintas etapas de la historia cubana. Incluso, el tristemente célebre Fidel Castro tuvo la oportunidad de aburrir a los holguineros con una de sus maratonianas peroratas. En 1978, el gobierno comunista la declaró Monumento Nacional y en 1984 la convirtió en museo, mudando la casa de gobierno para otro sitio. El aldabón de su puerta principal se convirtió en símbolo de la ciudad. Se trata de un rostro femenino forjado en hierro, con líneas neoclásicas, que simboliza la amistad.

10. El Himno Holguinero

José María Ochoa
Compositor del himno holguinero

El 17 de mayo de 1870 el coronel del Ejército Libertador, Pedro Martínez Freyre compuso la letra del himno holguinero. La música se le atribuye a don José María Ochoa, notable compositor y músico.

Cuando todavía estaba fresco el hecho de la Demajagua, rodeado de holguineros, que por la expectativa de expediciones armadas vivían verdaderos momentos de euforia patriótica, su autor, en aras de libertad, improvisó las estrofas de este himno guerrero que clamaba por la emancipación de la isla del yugo español, llamando a los holguineros a incorporarse al Ejército Libertador.

La partitura que se conserva fue hecha por el músico holguinero Porfirio Sánchez, según testimonio del soldado mambí Sigifredo Urbino Guillén, músico de la orquesta de Manuel Avilés.

Letra del Himno

A la lid, holguineros valientes
No temáis del tirano la saña
Ni dobléis como siervos la frente
Ante el déspota inicuo de España
Somos libres. Lo anuncia el sonido
Que se esparce del viento en las alas
Del cañón el tremendo estampido
Y el continuo silbar de las balas.

Libertad, libertad. A tu nombre
Late el alma de gozo en el pecho
Libertad, libertad. Por ti el hombre
Deja alegre su bien y su techo.

Que es mil veces más dulce una fosa
Que la vida en silencio profundo,
Y en la paz del esclavo oprobiosa
Justa befa y escamio del mundo.

11. Epílogo

Parque Peralta

El Mayor General Julio Grave de Peralta y Zayas Bazán.

En 1871 salió hacia Jamaica para buscar apoyo. Julio y Manuel aportaron $25 mil en monedas de oro al esfuerzo libertador, para financiar una expedición. De Jamaica se trasladó a Philadelphia, donde dejó a sus hijos y a un sobrino llamado Perfecto Lacoste y Grave de Peralta (más tarde alcalde de La Habana durante el gobierno de ocupación, americano) al cuidado de su prima hermana, Tirsa Lacoste.

El 5 de junio de 1872 zarpó hacia Cuba en el vapor «Fanny». El 20 de junio de 1872 el «Fanny» arribó a las costas cubanas en Baracoa, en un lugar conocido por «La Cebolla». El 24 de junio de 1872 desembarcó en «La Herradura». El Teniente Alsina, del ejército español, los persiguió. En el fehaciente libro de la biografía del Mayor General Julio Grave de Peralta, se cita un parte español (no siempre fidedignos)que dice: «…y por más esfuerzos que hizo este cabecilla para resistir el segundo ataque que el teniente Alsina le presentó con sus 30 hombres, no pudo contener a los suyos que huyeron en dispersión, quedando sólo Peralta, parapetado detrás de un árbol, tuvo necesidad de tirotearse muy cerca con el mencionado teniente, el primero con un rifle y el segundo con su revólver hasta que, apercibido de ello el sargento Bernabé Peña tuvo la suerte de darle un balazo en la cabeza a Peralta, dejándolo muerto en el acto».

Al Teniente Alsina le obsequiaron la cartuchera de revólver y la carabina Winchester, pero luego las envió desde España a Holguín y se encuentran en el Museo de Holguín. Asimismo, en Holguín hay una estatua del Mayor General Julio Grave de Peralta; una calle Peralta y un parque Peralta, en su honor.

En 1916 el periodista holguinero Nicasio Vidal Pita publicó un libro titulado: Como murió el Mayor General Julio Grave de Peralta Zayas , con muchos detalles históricos, incluyendo declaraciones y narrativas del Capitán Alsina, quien eventualmente alcanzó el rango de General.

El General Belisario Grave de Peralta y Zayas Bazán.

Alcanzó ver el fin de la Guerra de los Diez Años; estuvo en desacuerdo con el Pacto del Zanjón y fue desterrado a Mallorca, trasladándose de ahí, a Guatemala y después a Honduras, donde falleció como consecuencia de una bala que tenía alojada en el pecho desde la guerra.

El Coronel Manuel Grave de Peralta y Zayas Bazán.

Sobrevivió la guerra y pudo ver a Cuba libre. Fue Concejal dos veces consecutivas en Holguín, al principio de la república.

El Coronel Francisco Grave de Peralta y Zayas Bazán.

Fue deportado a Honduras. Allí conspiró contra Bonilla, fue preso y fusilado.

Catedral San Isidro

Francisco Rondán y Rodríguez

Después del Sitio de Holguín se retiró a vivir en Gibara con su esposa, Juana de la Cruz y de la Cruz. Puso sus negocios en manos de apoderados; ya estaba cansado. En 1866 él y su esposa otorgaron sus testamentos ante el Escribano Público, de Zayas, legando sus propiedades y mucha de su fortuna a sus seis hijos legítimos. Rondán murió en Gibara el 27 de junio de 1875. Su viuda fue a vivir con su nieta Ángela Fernández y Rondán a la finca de Sao Arriba. Filomena vivía en Holguín. Rafael en Gibara. Juana de la Cruz recibió «La Periquera» en usufructo, pero, a causa de dificultades económicas, tuvo que hipotecarla al Estado Español por la cantidad de 1,931 pesos. La hipoteca era pagadera en 1886, pero Juana murió en 1885. Dejó «La Periquera» a sus hijos. Eventualmente los demás hijos, excepto Francisco, cedieron su parte a Filomena. Filomena falleció en 1900 y deja como herederos a sus hijos: Rafael, que muere soltero; Ángela y María Elvira, que venden su parte a la hermana Matilde y a Francisco Fernández Rondán, que comparte la propiedad con sus primas residentes en España, María del Rosario y María de los Dolores Rondán Maury.

En 1937 sus propietarios arriendan los bajos para dos establecimientos comerciales, uno de Rufino González del Rosal y el otro a José Gutiérrez, mientras que los salones del piso alto continuaban ocupados por el ayuntamiento hacia el ala izquierda; y una escuela de instrucción pública hacia la derecha. La casa había pasado en 1954 a manos de otras personas ajenas a la familia Rondán mediante compras e hipotecas no pagadas; sólo quedaba resguardada una pequeña parte de las propiedades de Esther María López Fernández, bisnieta de quien mandara a edificar la gran casona en el lejano 1860 para no habitarla nunca. Esther María murió sin haber otorgado testamento y el Estado ocupó definitivamente la mejor casa del siglo XIX de la ciudad de Holguín.

Nota del autor sobre nuestros colaboradores.

Para poder brindar a nuestros lectores todos estos detalles sobre uno de los episodios más interesantes de la historia de Cuba, contamos con la colaboración de varios cubanos ilustres:

Juan Bruno Zayas y de la Portilla. Coautor de este artículo, fue la fuente principal para hacer posible este relato. Historiador y genealogista por afición, Juan Bruno es manantial inagotable de conocimientos históricos sobre Cuba.

José María Grave de Peralta y Gómez. Bisnieto del Mayor General Julio Grave de Peralta y Zayas. «Pepe» fue tan amable y gentil que nos ayudó y corrigió algunos errores que teníamos en nuestra información. Su cooperación fue indispensable al éxito del empeño.

Narciso Urquiola y Carpio. Tataranieto de Emilia Rondán de la Cruz, una de las hijas de Francisco Rondán y Rodríguez, nos proveyó con información sobre la familia Rondán y nos facilitó un folleto basado en un libro escrito en Cuba por Elda Fernández Palomo, el cual brinda muchos detalles sobre «La Periquera». Lo pueden descargar, como libro electrónico en: http://3Cuba.com/books/urquiola.exe

Rolando P. Masferrer y Betancourt. Miembro de una conocida familia holguinera, es bisnieto de Josefa Grave de Peralta y Zayas, hermana del Mayor General Julio Grave de Peralta. Tuvo la gentileza de proveernos con todos los datos que poseía sobre la familia Grave de Peralta, la familia Zayas Bazán y sobre la historia de Cuba.